
Si os encontráis en Toledo, no hay que olvidarse de visitar la iglesia de San Ildefonso, también conocida como la iglesia de los jesuitas. Está situada en el centro histórico, cerca de otros edificios de interés, por lo que os pillará de paso y no perderéis mucho tiempo en buscarla. Es un edificio de estilo barroco situado en lo que fue el lugar natal del propio San Ildefonso. La construcción de la iglesia comenzó en 1629 pero se prolongó durante más de cien años.
Fue al entrar al interior del templo cuando me llevé la sorpresa, no sólo por las grandes dimensiones, sino por el color blanco que destaca por encima de todo, gracias también al perfecto estudio que se hizo sobre la disposición de la luz, muy importante en un templo cristiano como este. Estas características lo convierten en un edificio muy particular. Cuenta con una gran cúpula en la parte del crucero y es un gran ejemplo de la arquitectura contrarreformista.
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